¿Sabes qué es la esclerosis múltiple benigna? Seguro que has escuchado hablar de esclerosis múltiple sin más, pero no de este tipo en concreto.
Es una forma de esclerosis más leve que no supone una incapacidad al paciente; los síntomas suelen ser sensoriales y no afectan a la movilidad. Sin embargo, no por ser leve debemos dejar de realizar un seguimiento al enfermo y adaptar un tratamiento adecuado al grado de esclerosis que padezca.
Síntomas de esclerosis múltiple benigna
Este tipo de esclerosis se diagnostica cuando han transcurrido en torno a 10 o 15 años sin que el paciente encuentre una dificultad para desempeñar las actividades de su vida cotidiana. El paciente tampoco habrá tenido apenas brotes o se habrá recuperado por completo del primero que sufrió. Por ello, los síntomas o señales de que estamos ante una esclerosis múltiple benigna son:
- Depresión.
- Fatiga.
- Dificultades de concentración.
- Problemas cognitivos.
- Dolor.
- Habla lento.
- Brotes escasos.
- No existe discapacidad
- Las capacidades no están mermadas.
Evolución de la esclerosis múltiple benigna
Si bien este tipo de esclerosis es leve, no quiere decir que estemos completamente sanos. Es cierto que los enfermos de esclerosis múltiple benigna poseen menor atrofia cerebral que los afectados por un grado más profundo. De hecho, los enfermos más graves se enfrentarán a una pérdida de coordinación de los movimientos muy rápida, pudiendo sufrir brotes muy seguidos o tan importantes que su deterioro sea muy evidente en poco tiempo.
No obstante, incluso la esclerosis en su versión más leve precisa de un seguimiento a través de pruebas de imagen precisas que reflejen el estado de los tejidos del sistema nervioso. Y es que esta afección es muy sensible y puede empeorar, aunque el pronóstico fuera muy bueno al inicio. Además, es necesario pautar un tratamiento adaptado a cada persona para frenar ese posible avance.
De hecho, un estudio de la Universidad de California demostró que las personas que tienen esclerosis leve poseen menor cantidad de materia gris que las personas sanas. También se ha demostrado que solo la mitad de los diagnosticados de esclerosis no progresiva sigue teniendo este diagnóstico al cabo de 20 años. Por tanto, a pesar de que durante años la enfermedad no progrese, desafortunadamente, en un punto determinado de nuestra vida, acabará alcanzando mayor gravedad.
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